Juego de hoy: Pueblo

Pueblo es el famoso juego (gracias a Essen, y a Llamadice por traérnoslo como regalo de boda, y la envidia que intentamos dar por las redes sociales los que tenemos una copia) de bloques gordotes y promesas de juegazo. ¿Son verdad esas promesas o solo se exagera?

Hoy jugamos a Pueblo.

Nº de jugadores: De 2 a 4 jugadores

Tiempo de juego: 60 minutos

Autores: Michael Kiesling y Wolfgang Kramer

Editorial: Ravensburger

Empaquetado: La caja la verdad es que viene llena de bloques, pero por justo esto, mantenerla cerrada parece un reto si se guarda en vertical. Todo cabe dentro, claro está, pero quizá algún tipo de molde viniera bien para que se quedaran quietas. Aun así. bien.

Preparación

Se coloca el tablero de juego entre los dos jugadores, se coloca el Jefe (peón blanco) en una de las esquinas. El tablero de puntuación se coloca al lado del tablero de juego.

Cada jugador elige un color, y recibe las piezas correspondientes. Para dos jugadores son las piezas rojas y azules (8 de cada) y 7 bloques neutrales. De los otros colores hay menos, por lo que en las reglas está especificado con que colores jugar en función del número de jugadores.

¿Cómo se juega?

El jugador más joven empieza, lo dicen las reglas, no yo. El objetivo del juego es ser el jugador con menos puntos, porque en este juego los puntos son negativos y son malos.

La idea del juego es bien sencilla, en su turno el jugador coloca una de sus piezas en el tablero, avanza el Jefe de 1 a 4 espacios y puntúa lo que vea el Jefe: 1 punto por lo que esté en el nivel 1, 2 por lo que esté en el nivel 2, etc. Se suman los puntos totales para cada uno de los colores y pasa el turno al siguiente jugador.

Como las piezas vienen asociadas color – neutral, antes de empezar un nuevo grupo tienes que terminar con el anterior, es decir, que si has colocado la pieza de tu color, la siguiente que deberás colocar es la neutra. Luego comienzas un nuevo grupo y ya podrás elegir cuál de las dos colocar.

Las piezas se tienen que colocar de forma que estén totalmente apoyadas en la base o en otra pieza, si eso implica que tienes que ponerla en el nivel 4 y te vas a comer todos los puntos negativos del mundo, mala suerte pero eso es así, no se viene a llorar delante de un juego alemán clásico.

Una vez todos los jugadores han colocado su última pieza, el Jefe se da una última vuelta por todo el tablero puntuando. Cuando termina la vuelta, el jugador con menos puntos será el ganador.

¿Qué tal está?

Pueblo nos ofrece una experiencia diferente. Como cuando pruebas un plato de comida clásica elaborado por un cocinero que lleva años haciéndolo. Sabes perfectamente como se hace, lo que lleva y lo que se tarda, pero no te esperas la experiencia.

Cuando te colocan la fila de cubos delante de ti esperas un juego sencillo, donde vamos perdiendo puntos en cada ronda (al menos a mi me pasa así…) y luego te toca colocarlos. Entonces hace tu cerebro clic.

Luego le toca al otro, y empiezas a comprender por qué la gente es tan pesada con el juego (bueno, además de por saber que no está en distribución. Siempre mola más un juego si los demás no puedes ir a la tienda a comprarlo). Ese saber dónde colocar cada cubo de forma tan rara, el cómo da igual lo bien que lo hagas, siempre se te ve algo, y que tus errores vendrán a morderte el culo sí o sí al finalizar la partida (o incluso antes, incluso repetidas veces). Vas viendo como dos reglas y media hacen un juego complejo, difícil, que propone un reto entre jugadores, donde lo que hagas afecta a los demás, beneficia y perjudica, comienzas a darte cuenta que el espacio es finito, que la pieza engancha raro por una razón (que tenían los moldes hechos del Ubongo 3D, pero no desvariemos), ves por qué los autores tienen esa fama de genios… y PUF, el hechizo se acaba porque la partida ha durado un trís, y toca contar puntos.

¿Cómo se ha acabado ya la partida? ¡Si estaba en lo más interesante! Quizá esa sea la otra parte de su magia. La partida no se siente que se alargue sin más, va escalando en tensión y dificultad hasta el último conteo de puntos. No deja turnos huecos, todo el tiempo es divertido, un reto, y un descalabre mental.

¿Merece la pena que tus amigos vayan a buscarte uno? ¿O rascar uno por los entresijos de la web de webes? Pues la verdad es que sí, no os vamos a engañar. No será «EL JUEGAZO» máximo que jugaréis ese año, pero siempre se quedará en podio, no se corrompe por no ser novedad. Es, literalmente, un clásico.

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